Colocación tradicional impuesta por los jesuitas





      Foto estancia en Colonia Caroya

El Complejo jesuítico en Córdoba 
En el lapso de tiempo comprendido entre 1599, año de la llegada de la Orden a Córdoba, y 1767, cuando se produce su expulsión por el rey Carlos III de España, la Compañía de Jesús estableció un sistema socio-cultural, religioso, económico y territorial único en América hispana que marcó el desarrollo cultural, económico y territorial de la provincia. 
El sistema, centrado en la Ciudad de Córdoba, se organizó alrededor de las empresas educativas y espirituales de la Compañía, dando origen al Colegio Máximo en 1610, a la Universidad en 1622, al Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat en 1687 y al Noviciado. 
Para asegurar el sustento económico de esos emprendimientos culturales, se organizó y consolidó un sistema de estancias, establecimientos rurales productivos situados en el interior de la provincia. Las seis estancias fueron Caroya (en 1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643), La Candelaria (en 1678) y San Ignacio (en 1725). 
El carácter único y relevante a nivel internacional de esta experiencia y sus testimonios patrimoniales ha sido reconocido por la UNESCO, que ha incluido el «Camino de las Estancias Jesuíticas» y «La Manzana Jesuítica» en la Lista de Patrimonio de la Humanidad. 
El «Camino de las Estancias Jesuíticas» constituye un itinerario turístico cultural que permite descubrir y conocer los valores patrimoniales y la importancia a nivel mundial de estos lugares históricos. Es la ocasión de descubrir paisajes, tradiciones y costumbres que marcan la identidad cultural y turística de Córdoba.

Luego de esta breve introducción, vamos a lo que nos compete, la piedra. Cuando los jesuitas llegaron a Cordoba se encontraron con la empresa de construir iglesias y catedrales en zonas inhóspitas, para tal fin contaban con mano de obra no especializada, pero demasiado barata ya que los indígenas eran obligados a trabajar. Pasando en alto la explotación colonial nos encontramos con fantásticas construcciones dirigidas por avezados arquitectos y  técnicos de obra  españoles, como carecían de ladrillos en cantidades suficientes aprovechan los recursos pétreos presentes. La piedra serrana es una piedra blanca rosácea, colorada ferrosa y negra grafito. No hay registro sobre las herramientas utilizadas pero de seguro eran las tradicionales de un cantero(colocador de piedra español) masa y cinceles, si entramos a estudiar la colocación en detalle encontramos que al no disponer de herramientas se optaba por "elegir del montón" la piedra con la cara mas lisa, se presentaban trabando dos o mas piedras en hilera y se procedía a rellenar el espacio restante con ladrillos en listón, sobre el mortero utilizada para ligar los materiales no encontramos con composiciones de cemento, cal y arena, así como algunas de solo adobe.





Estas ultimas fotos son un revestimiento a pedido realizado por los hermanos Cecilio y Narciso Delera donde reprodujeron su versión de un patrón de colocación jesuita.

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